viernes, 24 de octubre de 2014

Un país en amarillo.

Es conocido, que a más del lenguaje verbal, existen otros lenguajes populares en mayor o menor medida, son los lenguajes “no verbales”, por ese nombre se conoce a la comunicación gestual, pero hay más, ya en desuso esta el lenguaje de los abanicos, de las flores y como no, el de los colores. Todo el mundo relaciona el color rosa con las niñas, el celeste con los niños, el azul con la derecha, el rojo con la izquierda, el verde los ecologistas, el lila el feminismo. ¿y el amarillo? … El color amarillo, en TV se asocia con la mala suerte, una rosa amarilla indica el final del amor, celos o infidelidad, pero el color amarillo también se asocia a otras cosas, prensa amarilla, es el sensacionalismo, la exageración. Barcelona tiene una amarga experiencia con ese color, el sindicato amarillo, en las primeras décadas del siglo XX sembró el pánico entre las clases trabajadoras especialmente entre anarquistas y comunistas, cometiendo un gran número de asesinatos entre líderes sindicales y abogados, como es el caso de Francesc Layret. Pues bien, ahora quieren construir un país en amarillo. ¿Desafortunada coincidencia, o aviso a navegantes? Si escuchamos a los políticos que abogan por la independencia, prometen poco menos que el paraíso en la tierra, en cualquier caso no queda claro si todas esas bondades que aseguran, las han de traer los Reyes Magos o Papa Nöel, porque esta claro que no serán ellos. Si observamos, entre estos políticos están los que han llevado a cabo los mayores recortes en la sociedad del bien estar. Si algo hemos aprendido de las películas americanas, es que cuando hay un crimen, lo primero que se pregunta la policía es ¿Quién saca beneficio? Y para el caso de la independencia, que si bien no es un crimen, está claro que a parte de las inmateriales promesas de políticos, los ciudadanos no vamos a obtener ningún beneficio, salvo el orgullo de haberlo conseguido, pero … el orgullo no da de comer. A mi me da, que los que más beneficio van a sacar de esa nueva situación, son los “Millet, Montull, Pujol, de la Rosa, Vilá Reyes” y una larga lista. Tengo la impresión de que un país en amarillo no es más que un pequeño reino de taifas donde sus corruptos se aseguran el no tener que pagar a los corruptos de otros lados, por otro lado, los trabajadores tendremos que trabajar más, por menos dinero y con menos prestaciones sociales, por lo menos los primeros cincuenta años.

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