viernes, 7 de marzo de 2014

Contra la Democracia I

Si el poder de la mayoría solo consiste en nombrar a una minoría que haga y deshaga a su antojo, la democracia se convierte en una palabra vacía de contenido. Hermann Hesse. Yo era un demócrata convicto y confeso, en vida de la última reencarnación de Dios, ese que iba bajo Palio en las procesiones. A su muerte (se le olvido hacerse inmortal) se instauro un sistema al que llamaron “democracia” a la imagen y semejanza de otros regimenes considerados modernos, y en ese momento me lleve la primera decepción. Aquello prometía, pero enseguida se le vio “el cartón”. Gano, y con una holgada mayoría, “el más guapo”, comprendí que la imagen proyectada era más valiosa que la ideología o el programa que estuviera detrás del candidato. Después, al candidato que personalmente consideraba más valioso, tras unos cuantos cambios de siglas, me lo nombraron embajador, para que dejara de molestar a los que deseaban tomar el control, y lo más triste, acepto … Segunda decepción. Con la perspectiva que da el paso del tiempo, resulta fácil comprender, que fue lo mejor que en aquel momento podía pasar, se promulgo una primera Constitución y … y eso ha sido todo. La muerte del Dictador fue una borrachera y desde entonces estamos de resaca, incapaces de adelantar ni un milímetro, contemplando como unos cuantos espabilados se aferran al sistema para que nada cambie, eso si, han aceptado la alternancia en el poder con unas reglas de juego muy sencillas, desde la oposición contrariar tanto como pueden al gobierno para después hacer las mismas cosas, si no peores, cuando les toca a ellos administrar el pastel.